Los artistas son personas corrientes. Si existieran criaturas que solo fueran dechados de virtudes, creo que difícilmente se dedicarían al arte. Es difícil imaginar a la Virgen María pintando paisajes. O a Batman de alfarero. Si existieran personas sin mácula, no tendrían necesidad de crear obras de arte. Por tanto, irónicamente, el artista ideal no es más que una abstracción teórica. Si el arte lo hace la gente común, tenemos que aceptar que el artista ideal también ha de ser una persona común, con la habitual mezcla de cualidades y características que poseen los seres humanos reales. Esta idea es un aldabonazo para el arte, porque sugiere que nuestras fallas y debilidades, aunque a menudo supongan obstáculos para nuestro trabajo, también son una fuente de fortaleza. En parte, la creación artística tiene que ver con superar situaciones difíciles, con tener la oportunidad manifiesta de hacer las cosas como siempre supimos que teníamos que hacerlas.