Adela Fernández

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Alian Hernández Romeroцитируетв прошлом месяце
pestilente. Los tendederos de pañales por todos lados, en el baño, en la recámara, en la sala. Para ti no había espacio y a pesar de eso tratabas de luchar. Pintabas cualquier cosa y salías a venderla a la calle o de oficina en oficina. El poco dinero ganado era para la leche de los niños, cualquier otro alimento, jabón, ahorros para la renta siempre retrasada. Los niños mayores no iban a la escuela porque no tenían zapatos, tan descalzos como carentes de ganas. Teresa quería ir al cine como si fuera un placer tratar de divertirse con los hijos a
cuestas. Los vecinos se quejaban del ruido y el dueño del edificio golpeaba la puerta, amenazándolos con lanzarlos a la calle.

Oye, Abel… ¿recuerdas todo esto? Recuerda el día que, aturdido por el llanto de tu hijo más pequeño, trataste de callarlo con una almohada. El niño murió asfixiado. Huiste de casa y te refugiaste en un terreno baldío. Viviste ahí, dentro de un depósito de concreto para agua, sumido en la estrechez y en la oscuridad, apestado por el remordimiento de tu involuntario crimen. Infanticida muriendo como rata, sin agua ni comida. A veces, quitabas la tapa y sacabas la cara al sol, e incluso te animaste a salir para ir a beber agua al charco. Cinco días estuviste así. Al pensar en tus otros hijos, lograste reaccionar y volviste a tu casa. Teresa nada te dijo, ni siquiera hablaron del entierro de Jorgito, ni de lo que más importaba saber, si hubo o no líos con la policía, averiguaciones. Al parecer la eliminación de un infante que a nadie le importa no trastocó la normalidad.

Conseguiste madera y dentro de la recámara construiste un cuarto de un metro cuadrado, lo tapizaste con corcho aislante. En él te encerrabas, escapando de los rostros y del ruido, centrado en la sombra reducida y espesa, enajenado de todo, misógino, atendiendo tus fobias mientras afuera tus hijos se morían de hambre. Teresa te sacaba a la fuerza, te obligaba a pintar un cuadro y salías a venderlo para después volver al aislamiento. Un día encontraste el cuartito deshecho, celda íntima anulada por quien no entendió tu criptomanía. Con terquedad lo
Mariana Nomásцитируетв прошлом году
Sólo hay algo más terrible que la muerte: desperdiciar la vida.
Mariana Nomásцитируетв прошлом году
En recuerdo del dolor de tanta lucha; de su infancia y juventud amordazadas en el silencio del trabajo; de las iras y ternuras; de los girasoles cabizbajos sin sol; en recuerdo del fósforo alucinante, lluvia de estrellas en las playas de Huaymitún.

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