Raymond Carver

Todo lo que veo me sobrevivirá.

ANNA AJMÁTOVA

Myrna dice que Ross se interesaba también por la astrología, las auras, el I Ching, ese tipo de cosas

Y la mujer contó que años antes, quiero decir muchos años atrás, solían ir músicos a tocar allí el domingo, y que la gente se sentaba a escucharlos. Yo pensé que también nosotros estaríamos así cuando nos hiciéramos viejos. Llenos de dignidad. Y en un sitio fijo. Y que la gente vendría a nuestra puerta.

Uno puede vivir obedeciendo todas las normas y un buen día, de pronto, nada importa un pimiento. Se te acaba la buena estrella, ¿entiendes?

¿Te das cuenta de cómo nos habituamos a las cosas?

Solía ir a almorzar o a cenar, y escuchaban a Elvis o a Bill Haley y los Comets.

–Tengo el corazón destrozado –dice–. Se me ha vuelto de piedra. No valgo nada. Eso es lo peor de todo, que ya no valgo nada.

Podríamos haber estado en cualquier otro lugar, en algún lugar encantado. Volvimos a alzar los vasos y nos sonreímos unos a otros como niños que han pactado algo prohibido

Y todo esto, todo el amor del que hablamos no sería sino un recuerdo. Y puede que ni siquiera un recuerdo. ¿Me equivoco?

es algo que debería hacer que nos avergoncemos cuando hablamos como si supiéramos de qué hablamos cuando hablamos del amor.