A veces, los abuelos no parecen nuestros abuelos. No hacen las mismas cosas de siempre ni se acuerdan de las rutinas cotidianas. No nos reconocen. Y se pierden en sus recuerdos. Y no entendemos porqué. Cuando todo esto sucede, estar con ellos, ayudarlos y quererlos como siempre es la mejor medicina.