Reunidas por primera vez en un solo volumen y tras dos años de ambicioso y cuidado trabajo editorial, ven la luz un total de diecisiete piezas teatrales, en su gran mayoría inéditas, que se encontraban hasta ahora dispersas en distintos archivos personales e institucionales. Mil páginas de unas obras desafiantes y revolucionarias que acabaron prohibidas por la censura y obligaron a su autor al exilio. En ellas ya se prefiguran algunos de los temas, tramas y personajes que más tarde caracterizarán también su narrativa, así como una destreza que él mismo consideraría crucial en su escritura: el dominio de los diálogos.
En su teatro se pueden distinguir dos etapas. La primera, aún en España, se caracteriza por sus ecos de picaresca, esperpento y voces lorquianas. En la segunda, ya en Francia, se acerca al teatro del absurdo y al surrealismo. Su escritura es una intersección entre tradiciones, que aúna transgresión y lirismo. La alegoría le sirve de recurso para reflejar la sociedad del momento, pero también trascenderla en un revelador análisis atemporal de los mecanismos del poder y su contrapunto: figuras disidentes que señalan las fisuras y rompen los tabúes para vivir de acuerdo a sus propias reglas.
Listado de obras que contiene el volumen:
Doña Frivolidad (1955), Unos muertos perdidos (obra perdida), Historia privada de un pequeño pueblo (1959), Verano (1959), Elecciones generales (1959–1960), Fedra en el sur (obra perdida), El tribunal, Prometeo Jiménez, revolucionario (1961), Diálogos de la herejía (1961; nueva versión 1980), El salón, Los gatos (1963), Balada matrimonial (1964–1965; nueva versión 1996), Queridos míos, es preciso contaros ciertas cosas (1965–1966), Mil y un mesías (1966), Adorado Alberto (1968), Prepapá (1968), Cena con Mr. & Mrs. Q. (1969; nueva versión 1996), Sentencia dictada contra P. y J. (1970; nueva versión 1993), Interview de Mrs. Muerta Smith por sus fantasmas (1970–1972).
«Tierra mía, país mío, haré como los viejos guerreros; no quedará en pie nada que recuerde al pasado, tu opio. Te arrasaré primero y luego te construiré. Tu próximo árbol no será el viejo árbol que dio sombra a tantas iniquidades. Será nuevo y dará sombra a verdades nuevas. Tu próximo pájaro no cantará en mañanas tristemente conocidas. Serán mañanas diferentes, alegres, con una tarea distinta. Una tarea humana que llevará al hombre al conocimiento de su fuerza, de su libertad, donde no quedará rencor ni sombra de esclavitud. Y te proyectarás con hijos verdaderos, que te conozcan y te superen. Tierra mía, país mío, espérame. Yo pienso en ti.» Lucio, Mil y un mesías. A. G. A.