Con admirable energía, Lobo revela la prolífica vida de la ciudad colonial de Cartago (Costa Rica), que provee un típico surtido de políticos corruptos, vanidosos aristócratas, empresarios codiciosos, clérigos pecaminosos y una abigarrada variedad de desafortunados de las clases bajas, cuyos destinos son manejados duramente por los que tienen el control.