Un libro puede llevarte lejos, tanto en el espacio como en el tiempo. Tan lejos como quiera la evocación de aquellas obras que marcaron nuestra infancia –de Emilio Salgari a Edmondo De Amicis, de Edgar Rice Burroughs a Lewis Carroll–, o de aquellas canciones con las que nos enamoramos por primera vez –que son todas las veces que nos enamoramos— y que permanecen imborrables a despecho del tiempo. Canciones de un pasado cercano y a su vez remoto, que lleva los nombres de Charles Aznavour, Sandro, Antonio Prieto, Matt Monro, Gabriela Ferri, Nicola Di Bari, Leonardo Favio y tantos otros.
Un libro puede llevarnos también adonde lo pretendan sus páginas más entrañables. Basta con seguir las huellas de los grandes escritores en Venecia, los de Kafka en Praga o las que conducen devotamente a la Casa Tau, la extravagante vivienda de Eugene O'Neill en Los Angeles.
Pero estos derroteros son también una excusa para que Luis Gusmán hable de las influencias que jalonaron su obra, del impacto que suscitaron en él algunas lecturas, o canciones, o geografías, y luego, en consecuencia, en su propia aventura literaria.
Donde un libro me llevó es la más autobiográfica de las obras de Gusmán, al tiempo que constituye un feliz compendio de postales y encuentros, que hablan, sin más, de una vida consagrada a la literatura.