Inés y Julián están en Lisboa, en un viaje de placer y recompensa, pues él está a punto de recibir un prestigioso premio de arquitectura. Es una mañana calurosa y se preparan para salir. Ella se mira al espejo y duda; desde que cumplió cincuenta años siente que todo está
cambiando, y no para mejor: su cuerpo, su vocación, la pareja y, sobre todo, Julián, que no se despega del teléfono, ella siente que no la mira, que no la ve. Sin embargo, él la contempla con admiración y orgullo: su compañera es una belleza, en todos los sentidos. Esa sutil discordancia se acentúa cuando vuelven a la rutina, a la casa en Parque Chas, a los asados en el jardín, a ocuparse de hijas, padres, hermanos. Algo se les pierde, se les escapa, se desvanece.
En Donde se encuentra lo que perdimos, Carolina Kenigstein y Christian Olmos nos llevan al centro y a los márgenes de una pareja de largo aliento. Con mucha sensibilidad, exploran los ciclos naturales de un vínculo que nace, crece y se transforma al ritmo de los conflictos, el paso del tiempo, la ternura, el amor y la decepción.