hoy, cuando me marchaba, me rodeó con sus brazos y me tocó las paletillas para comprobar, según dijo, si mis alas eran fuertes. El pájaro que quiere remontarse por encima del nivel ordinario de la tradición y los prejuicios debe tener las alas fuertes. Es un triste espectáculo ver a los débiles, magullados y agotados cómo aletean de vuelta a la tierra.