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Alejandra Kamiya

El sol mueve la sombra de las cosas quietas

La costumbre es como esos caminos que se hacen a fuerza de pasar una y otra vez pisando el pasto y los yuyos, abriéndolos a los costados de ese lugar donde de a poco aparece la tierra, y así, en donde antes uno podía dibujar un recorrido a su antojo, de repente, parece imposible tomar un rumbo que no sea el de las propias huellas.

En vez de viajar en subte como hace todos los días a la salida de la oficina, Juan decide caminar. Este acto insignificante despierta una serie de preguntas inesperadas sobre su trabajo, su matrimonio, su perro, los fines de semana dedicados a sus suegros. Sara compra un terreno en el que proyecta su mayor sueño: tener una casa construida con sus propias manos. En medio de un retiro, la alumna Kamiya aprovecha la oportunidad para inmiscuirse por los pasillos del convento y en una de sus salas descubre una Enciclopedia Universal del Arte.
En cada uno de los trece cuentos que componen este libro, sobrevuela la figura del koan, esa historia breve propia de la filosofía zen que propicia una mirada no convencional sobre la realidad, un punto de vista no habilitado por el sistema. Y esto se debe a la contemplación sosegada, característica de la escritura de Alejandra Kamiya, que transforma los hechos y los objetos más cotidianos, desde la descripción de la cocción de un pan hasta la intimidad de una pareja o la muerte de un padre, en pequeñas odas a la belleza y a la vida.
A esta nueva edición de El sol mueve la sombra de las cosas quietas se le suma un breve texto inédito: una reflexión amorosa que Alejandra Kamiya construye en torno al poema “One art”, de Elizabeth Bishop.
105 бумажных страниц
Правообладатель
Bookwire
Дата публикации оригинала
2024
Год выхода издания
2024
Издательство
Eterna Cadencia
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Впечатления

  • Florделится впечатлением2 месяца назад

    Amo a Alejandra. Este libro me pareció sublime.

Цитаты

  • Leida Castellanosцитируетпозавчера
    Hay que traer la casa desde los sueños, pensaba Sara, como si se tratara de mudarla.
  • Leida Castellanosцитируетпозавчера
    ¿Soñarán las casas –pensaba– con quienes las habitan?
  • Leida Castellanosцитируетпозавчера
    Había tenido un hijo y ya era un hombre. Había tenido un amor y se había ido. Había llorado y se había secado las lágrimas con las manos, con pañuelos, con las mangas de muchos vestidos. Pero nunca había tenido una casa con ventanas elegidas por el paisaje que enmarcan, hecha a medida, o sea pequeña, y plantada en la tierra como si fueran a salirle raíces.

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