proponen o promueven los más despiadados consejos, soplan en el fuego cada vez que comienza a languidecer; nunca es demasiado para ellos: no querrían que el tumulto tuviese ni fin ni mesura. Pero hay también siempre, como contrapeso, cierto número de hombres que, con igual ardor e insistencia, se empeñan por producir el efecto contrario; algunos movidos por amistad o parcialidad hacia las personas amenazadas, otros sin más impulso que un pío y espontáneo horror de la sangre y las atrocidades