—¿Crees que ya puedas tú solo?
—Sí —le responde el muchacho, seguro.
—A ver.
Bajo la supervisión de su tío, Arturo dispone en orden numérico las cartas de navegación y abre la llave del tanque. Empuja hasta el fondo la perilla de mezcla del combustible y mueve hacia adelante la palanca de aceleración. Cuidadosamente, gira el yugo hacia la dirección del viento. El ruido, tan fuerte, tan familiar, lo hace sentirse aún más confiado en que podrá hacerlo. Observa una vez más el dial de la presión del aceite y ve que la aguja sube como debe ser. Los indicadores marcan correctamente y los flaps tienen el ángulo adecuado.