Un futuro para Mr. Salter en calidad de redactor de la sección Labores del Hogar; puntuales cenas en casa; domingos familiares.
Un futuro para Sir John Boot entre las amazonas del Antártico.
Un futuro para Mrs. Stitch rebosante de los pecios de todos los continentes y todos los siglos, con bronces del Egeo y artículos modernos de Nueva York, nuevas amistades y amistades de siempre.
Un futuro para Corker y Pigge; a esas alturas ya habían viajado novecientos kilómetros y estaban acercándose a la frontera de Sudán. Muy pronto serían amablemente recibidos por un comisario de distrito que les lavaría, les reabastecería y les mandaría de regreso a su país.
Un futuro para Kätchen. En este momento estaba sentada en el salón de segunda de un buque que navegaba con rumbo a Madagascar, y estaba escribiendo una carta.
Querido William:
Estamos yendo a Madagascar. Mi marido tiene un amigo que vive allí, y dice que es más agradable ese país que Europa, de modo que, por favor, envíanos el dinero a Madagascar. No lo remitas a nombre del cónsul, puesto que no nos iría bien, sino a la lista de correos. Dice mi marido que no hubiese debido vender los especímenes, pero yo le expliqué que tú estabas dispuesto a pagar lo que valen realmente, así que ahora ya le parece bien. Su valor real es de cincuenta libras esterlinas. Será mejor que nos lo mandes en francos, porque te darán mejor cambio a ti que a nosotros. Tenemos muchas ganas de recibir el dinero, así que mándalo por el medio más rápido. Casi no nos dieron nada por la canoa cuando llegamos a territorio francés. Yo me encuentro en perfecto estado.
Con cariño, como siempre,
Kätchen