Pequeñas manifestaciones de luz

Traía impreso un rectángulo cuadriculado con distintas letras hebreas en cada casilla. Tenía un título, en español: Los 72 nombres de Dios. Y una leyenda: “Estos no son nombres en el sentido habitual de la palabra, sino combinaciones que te conectan con una corriente espiritual infinita”.

Le ha vuelto el hambre: el deseo de comer, vivir su vida y dejar de esperar respuestas donde no las hay.

¿Cómo iba a entender la tristeza de otros, cuando apenas comprendía lo que me pasaba a mí?

vivir su vida y dejar de esperar respuestas donde no las hay.

Contrario a lo que suele creerse, para viajar sola por el mundo no se necesita valor, confianza en una misma, ser extrovertida o tener un plan minucioso. Basta con un empujón, un pequeño impulso para pedir una beca, un préstamo, un crédito, hacer las maletas, tomar el avión, llegar al lugar deseado y armar un esbozo de itinerario, no definitivo, con los datos básicos: dónde dormir y qué visitar. Ni siquiera hace falta una razón, aunque se pueden inventar excusas: “encontrarse a una misma”, “ponerse a prueba”, “cumplir un sueño”.

“Las palabras hacen falta para todo”

Me alejé del escritorio y me recosté en el sofá para leer la entrada de Wikipedia sobre las bombas de Hiroshima y Nagasaki.

de algún modo era así: poco después de que la mataron empezaron a derribar la selva.

Parecía que había encontrado, por fin, la manera de llevar ese amor por la ciencia hasta el límite.

Era parte de nuestro día a día: enzimas, microorganismos, membranas, reino, clase, orden, familia, género, especie.