“revolución científica”. Los hitos se conocen de sobra: Galileo valida el universo heliocéntrico de Copérnico; Isaac Newton explica los movimientos de los cuerpos celestes mediante su teoría de la gravedad y esboza las leyes básicas de todo movimiento mecánico; Robert Boyle, el científico angloirlandés, firma la sentencia de muerte de la alquimia; Robert Hooke, un individuo de ingenio inagotable, explora el mundo microscópico, y el tratante de tejidos holandés Anton van Leeuwenhoek descubre los microbios que pululan en sus telas.