No mires abajo

Via Veneto está solo a un minuto de aquí.

siquiera la velocidad del obturador que tomó la foto mental tuvo suficiente poder para excluir ese movimiento de una conciencia más profunda

Fuera lo que fuese, lo único cierto era que lo había dejado sin hacer. Por mucho que hubiera hecho, siempre podría haber hecho más. Por mucho que hubiera visto, siempre podría haber sentido más hondamente. Por mucho que hubiera sentido, siempre podría haber profundizado y conservado mejor sus sentimientos

Sus manos seguían siendo manos, contaban las cuentas del rosario, cada dedo era tan sensible como siempre; su cuerpo era el mismo, sentía los dolores habituales en el hombro izquierdo y una especie de calambre en la base de la espalda, también del lado izquierdo; tenía la boca agradablemente fresca, los ojos un poco cansados; era su cuerpo, tal como lo conocía y como lo sentía por dentro cada día. La idea de que su cuerpo fuera a desintegrarse sencillamente no se le pasaba por la cabeza.

las ilusiones eran ilusiones según las reglas naturales —después de todo, las ilusiones como tales ocurrían dentro de la maquinaria de las mentes naturales y no ocurrían en ningún otro lugar

La chica se acomodó mejor en la cama y dedicó toda su atención a devorar los deliciosos párrafos.

Pero había dejado para el final las revistas de cubiertas lujosas y hojeaba el periódico, a medias leyendo, a medias saboreando el silencio, disfrutando de lo aislada que se sentía a pesar de que la calle estaba apenas un piso más abajo, sola ella en su dormitorio y las cabezas de personas desprevenidas que pasaban a tan poca distancia

Siente cómo trabaja la materia gris, casi retorciéndose dentro del cráneo

Incluso hoy un escalofrío de miedo recorre mi espina dorsal cuando vuelvo a visualizarlo.

Desconfiamos de aquello que no nos resulta familiar: le tenemos miedo. Y eso es el odio.