La importancia de educar como una función profética es, sin duda, un tema crucial y de máxima actualidad. En un entorno eclesial un tanto caótico y alarmante, donde numerosos autoproclamados “profetas” con falsas predicciones, doctrinas dudosas y, a veces incluso, conductas cuestionables ponen en entredicho la realidad de ese ministerio bíblico y desacreditan ante el mundo la imagen del verdadero evangelio.