Todo el mundo tiene un precio, y el que lo niega recibirá en algún momento la oferta que finalmente aceptará o que, como mínimo, le haga replantearse su postura. En este Bazar de la oferta y la demanda, todos somos al mismo tiempo mercancía y compradores potenciales, y lo más importante y también lo más difícil es discernir y sobre todo aceptar cuál es nuestro lugar en cada meandro de este cambalache. De nuestro presupuesto y de nuestros escrúpulos dependerá el resultado final. El resto son historias que otros contarán por nosotros, mientras esperamos cada uno en el estante que le corresponda el momento en que dé comienzo la subasta.