Mortal, tan mortal como los ojos del sentimental hidalgo que me observan, heme aquí, sin embargo, eterna. Soy Dulcinea, soy Aldonza, soy la dama del Toboso, soy la labradora, soy la hija de Lorenzo y su esposa Nogales, soy la inspiración del Caballero de la Triste Figura, la locura de su cerebro, la fantasía de sus delirios. Soy ella y no otra, aunque también soy tú y soy vosotras, soy cada mujer que a través de estos muchos años, cuatro veces cien, quiso prolongar su existencia en la leyenda, en la tradición y en la imaginación de los hombres.