Te Quiero Si He Bebido

Es muy fuerte que la gente que no sabe un idioma grite porque cree que así van a entenderle más

Desde que vuelven a ser novios, ella dice que no le gusta ir agarrada a él como si fuese un apéndice.

Él respira. Siempre se queda más tranquilo si sabe que su mujer tampoco ha podido. Sonríe. Ella mueve la cabeza y chasquea la lengua. Abrazarse sería forzado, hasta improcedente, pero esa sonrisa está bien.

Regalar fruta tenía sentido cuando escaseaba, pero ahora no es más que una costumbre que ha quedado —razona la señora Figuerola—. Y es absurda, absurdísima. Es absurda. Una absurdidad

Al marido le preocupa cuándo se podrá masturbar, si ella siempre está con él

Como quiero que todo salga bien y quiero que no se la discrimine, soy racista.

Viste pantalón vaquero gris y una camiseta con el dibujo de una oveja negra en medio de muchas ovejas blancas.

¿Qué cosa inconfesable es la que no quiere compartir con él? ¿Tal vez que hace caca? Y, en ese caso, ¿es que teme que, si él entra y huele, ya no la idealice? Pues no ha entendido nada del amor que le tiene.

Si ella hubiese avisado de su llegada, él habría comprado velas y champán. (Ella sólo le dice que lo quiere si ha bebido

en su escala de valores, el humor ocupa el primer lugar