El «paraíso» del título es el capitalismo democrático y liberal que durante décadas se nos ha vendido como el mejor orden social posible, y los «problemas» son, naturalmente, las cadenas de ese fantasma que, a falta de un nombre mejor, desde hace años llamamos crisis económica. Slavoj Žižek acude en nuestra ayuda con su nueva obra, donde, con su estilo lúcido y su inimitable mezcla de erudición y cultura popular, nos ofrece un certero diagnóstico de este momento social y político que condena a los ciudadanos a un papel cada vez más pasivo e impotente.
Partiendo de la película homónima de Ernst Lubitsch, Žižek nos propone un análisis en cinco grandes apartados: una diagnosis de las coordenadas básicas del sistema capitalista, tomando como ejemplo el tremendo choque cultural ocurrido en Corea del Sur con la irrupción del mundo digital; una cardiognosis, un «conocimiento del corazón» del sistema a partir de tres personajes que han hurgado en sus rincones más oscuros: Julian Assange, la soldado Chelsea Manning y Edward Snowden; una prognosis, en la que postula rechazar esa falsa dicotomía entre capitalismo liberal y fundamentalismo religioso (que retrata como dos caras de la misma moneda); y una epignosis, donde propone nuevas formas organizativas con las que combatir esas finanzas «creativas» que han convertido la economía en un gigantesco casino en el que no todos pueden jugar. Cierra el libro un apéndice en el que Žižek aborda las recientes luchas emancipadoras (la Primavera Árabe, Grecia, Ucrania) como una revuelta contra el Nuevo Orden Mundial.
Žižek, que con su promiscuidad intelectual nos ha enseñado a comprender a Freud o Nietzsche leyéndolos a través de la lente de Tiburón o Mary Poppins, nos invita ahora a reflexionar acerca de nuestra crisis más inmediata a través de Lubitsch y Hegel, de Batman y Lacan, de Chesterton y Kant, en un libro donde la amenidad no está reñida con la profundidad, ni la militancia con la ironía, y donde la contundencia de su voz se impone a los discursos neoliberales y políticamente correctos que pretenden sepultarnos con su palabrería.