Solidaria es una persona que lucha contra cualquier privilegio de clase, contra la injusticia social, contra la opresión, contra la discriminación, contra el sometimiento de los sin voz. La solidaridad no es un valor moral, es una actitud sistémica desestabilizadora y de conflicto. La solidaridad no es darse la mano, es dar puñetazos. La solidaridad no es pintarse las suaves manos de blanco, es curtírselas en trabajar contra la opresión y lucir los callos de la lucha contra quienes pisan cuellos ajenos. La solidaridad no es ser puros, inmaculados y pacíficos, éstas son las virtudes desactivadoras y alienantes que predica el enemigo, es ser sucios, impredecibles y vivir a caraperro. La solidaridad no es amar al prójimo como a ti mismo, sino distinguir entre los prójimos, tener buen olfato para detectar el olor a incienso y a dinero y así amar a unos y luchar contra otros. La solidaridad no es asumir todas las luchas, sino llevar una sola y misma lucha hasta el final, porque la solidaridad no es más que la sinergia de los oprimidos. La solidaridad no es creer en la bondad de los que muerden el polvo, sino saber que mientras alguien muerda el polvo yo estoy en riesgo de morderlo al día siguiente. La solidaridad es temer por las propias barbas cuando ves a una trans perseguida.