Te quiero, Dominique. Con tanto egoísmo como el hecho de que yo existo. Con tanto egoísmo como mis pulmones respiran aire. Yo respiro para alimentar mi cuerpo, para mi propia supervivencia, para mis propias necesidades. Te hubiese dado no mi sacrificio ni mi piedad, sino mi propio yo y mi desnuda necesidad. Ésta es la única forma en que puedes desear ser amada. Éste es el único modo en que quiero amarte. Si te casaras conmigo ahora, yo representaría toda tu existencia, pero entonces no te querría. Tú no te querrías a ti misma y así no me querrías mucho tiempo. Para decir: "Yo te amo", uno debe saber primero cómo decir "yo". El sometimiento que podría obtener de ti no me daría ahora nada más que un armatoste. Si te lo pidiese, te habría destruido. Por eso no quiero detenerte. Te dejaré ir con tu marido. No sé cómo viviré esta noche, pero viviré. Te quiero enteramente, como yo soy, como permaneceré en la batalla que he elegido. Una batalla no es altruista nunca.
Ella escuchó la mesurada tensión de sus palabras; era para él más duro pronunciarlas que para ella escucharlas. De modo que las escuchó.
—Debes aprender a no temer al mundo. No ser apresada por él como estás ahora. No ser herida por él como te ocurrió en la Audiencia. No puedo ayudarte. Tú tienes que encontrar tu propio camino. Cuando lo encuentres, volverás hacia mí. Ellos no te destruirán, Dominique. Y no te destruirán… Tú triunfarás, porque has elegido el camino más arduo para liberarte del mundo. Yo te esperaré. Te quiero. Lo digo por todos los años que tendremos que esperar. Te quiero, Dominique.
Después la besó y la dejó partir.