—Yo tengo una teoría —Rosita le ayudó a acomodarse la ropa y el pelo—. Creo que el que pega, en el fondo, es un cobarde. Le tiene tanto miedo a todo, a la misma vida, y se siente tan mal, que solo se le ocurre empezar a dar golpes, incapaz de razonar o pensar. Y el que pega ahora, sigue pegando de grande,