Para Nina

para ella lo importante no era que yo la entendiera, sino que la escuchara.

No es fácil decir que uno es mujer, cuando toda su vida ha cargado con una anatomía masculina y el nada femenino nombre de Eduardo.

En la búsqueda del cuerpo de Victoria, me estaba transformando en algo que no era Victoria.

Estaba perdiendo a Victoria, a la verdaderamente importante, a la que vive bajo mi piel…

Cuando tenía cinco años creía que no había hombres y mujeres, sino que todos éramos iguales y que intermitentemente pasábamos de un sexo al otro.

Creo que el acto más valiente de este ser humano, entre todas sus hazañas, fue la de reconocer a la mujer en su interior.

Lo más difícil no es confesarte el ataque, sino confesarte que por un momento extrañé a Eduardo, extrañé ese poder fingir, el poder sacar esa masculinidad que nunca existió en mí, pero que siempre pude hacer creer que tenía. Extrañé el poder sacar esa agresividad que nunca entendí y que para los hombres es tan natural.

aunque no lo puedas concebir, estoy obedeciendo a mi naturaleza. Una naturaleza muy diferente a la que estás acostumbrada a ver

Pero es bien sabido que las cosas que valen la pena siempre implican un riesgo.

Segregarnos unos a otros parece estar también en nuestros genes. Es una lección que no necesitan enseñarte unos padres nazis. ¿O será que todos tenemos padres con complejo de raza superior?).