Recorriendo la abundante predicación navideña del cardenal Martini nos quedamos maravillados por la gran actualidad de ciertas palabras, por su profunda verdad y por su capacidad profética. Nos quedamos maravillados, pero aún más, sin duda, por el hecho de que el hombre sea siempre el mismo y que tenga, por tanto y siempre, la misma necesidad: que Dios se encuentre con él en la ternura. A nadie le puede faltar la llamada de la luz de Cristo. Es suficiente con abrir los ojos y dar los primeros pasos para acercarse a esa luz. Así, quien desee, tendrá; quien piense, entenderá, y quien rece, se regocijará.