Inés Fernández Moreno usa el humor como una herramienta, como un arma, como carnada o una ofrenda. Lo despliega, lo disfraza, para generarnos incomodidad o para aliviarnos de la incomodidad que la vida o la vida detrás de las historias nos genera. El humor como un vaso de agua para poder tragar otra cosa. Reírse es una decisión.
Estas historias tan cercanas, frescas como lo que es joven, pasan por todos los niveles del humor, desde el más inocente hasta el que es el contrapeso de la tragedia. Desde una mujer que lucha con una rata u otra que despide a su padre, hasta una niña que quiere aprender a nadar o un hombre que desarma artefactos, todos sus personajes andan por un camino angosto a punto de perder el equilibrio y caer al desastre. Viven en la cornisa, como pueden, ajustan su deseo y lo que son al espacio y el tiempo acotados, acomodan el cuerpo, pero lo que sienten y piensan no cabe. Pisa más allá, vuela.