¿Qué es lo que une a los pintores de hace diez mil años con el joven que hoy ejecuta una obra pictórica radical en Baja California? Yo diría, siguiendo las ideas de John Berger, que “el deseo común de pintar para sentirse vivos”. ¿Sólo eso? Falta, desde luego, entender ese deseo como “un acto de fe que consiste en creer que lo visible contiene los más grandes secretos”. Sí, pero habría que añadir que estos pintores vivieron en una región del mundo donde la luz es tan poderosa, que verla de frente puede cegarnos para siempre. Por eso creo que la crónica de las artes plásticas en nuestra entidad es un relato de la luz inagotable que nos rodea y de las imágenes que nuestros artistas han hecho suyas, pues nuestros creadores han tenido que lidiar con el paisaje (desierto, mares, sierras, ciudades, campos de cultivo, todos llenos de luz solar), con sus propias obsesiones (dolor, ira, rebelión, arrobo, amor, melancolía), y con circunstancias específicas (aislamiento cultural, vida fronteriza, núcleos urbanos creciendo a gran velocidad). En todo caso, nuestras artes plásticas concentran un testimonio de un paraíso por hacer, de un infierno por padecer. Son pruebas de que la creación es un proceso que sigue en marcha; un acto multitudinario donde aún se distinguen las obras individuales, los estilos propios, las búsquedas que inventan sus cartas de rumbo, sus mapas del tesoro.
Este libro es una crónica de las artes plásticas de Baja California; un recuento desde las pinturas rupestres y los petroglifos, hasta las artes plásticas del siglo XXI, su evolución y desarrollo. Crónica del arte que no prescinde de la realidad histórica, de las características de cada época, de los acontecimientos y percances que conformaron la práctica artística en nuestras comunidades; desde los primeros nativos de Baja California que dejaron su huella creativa a lo largo y ancho de nuestra península, hasta las artes plásticas contemporáneas y su relevancia mundial, pasando por el arte misional, el arte de las primeras poblaciones bajacalifornianas, el arte público y comercial, los artistas pioneros y sus logros, las bienales plásticas del estado, las nuevas generaciones de cara al siglo XXI, los foros y plataformas mediáticas para los artistas actuales, y las perspectivas críticas desde las que hoy estudiamos el arte singular de nuestra entidad fronteriza. Diez mil años de obras hechas para recordarnos que no hay más desafío que la luz en sus matices, que la tierra en su rupestre sabiduría.