Plural habría logrado ser una revista que por fin reunía los tres principios rectores de la idea de Paz, conciencia, confluencia, independencia, y había cumplido con creces sus objetivos: no solo había publicado la mejor literatura en español de esos años férvidos y, en traducción, la mejor del mundo (su catálogo de colaboradores novedosos es hoy el canon del siglo XX), sino que había incitado el interés en posturas críticas e innovaciones intelectuales inéditas en México, de la antropología de Lévi-Strauss a la lingüística de Roman Jakobson. Evadió las satisfacciones sentimentales de lo “popular” y recibió (¿cuándo no?) las obligadas acusaciones de “elitismo” (“los populistas tienen una idea más bien baja de la inteligencia y la sensibilidad de la gente”, escribió Paz al respecto, repitiendo lo que en su momento dijeron Alfonso Reyes y Jorge Cuesta).