Desde que en calidad de hombrecillos de huesos y mujercillas de huesos éramos asexuados unos para otros, el ángel del hambre se apareaba con cualquiera, él también engañaba a la carne que ya nos había robado, y arrastraba cada vez más piojos y chinches a nuestras camas. La época de pielyhuesos era la temporada de las grandes inspecciones semanales de despiojamiento en el patio del campo después del trabajo. Había que sacar todos, absolutamente todos nuestros objetos para ser despiojados