Ciudad de la memoria

Aves de paso que pasaron
y ahora,
poco a poco,
se mueren.

Que otros llamen a esto selección natural,
equilibrio de las especies.
Para mí es el horror del mundo.

No comeremos ni siquiera almejas
por no pensar en nada que recuerde la muerte.

Somos los indefensos que se hunden
en la noche que no pidieron.

Así vivimos siempre: despidiéndonos.

una vez cada cosa.

Domingo
Luz de domingo. Quietud
bajo la luz amarilla.
Se hace de noche en los fresnos.
Baja del aire una paz
provisional que agradezco.

la ficción
que llamamos memoria y es olvido que inventa.

Es un milagro que tus ojos se posen
en un papel de la calle.
Haz con él lo que quieras.

Al fin me encuentro contigo,
oh chinche universal de la miseria,
enemiga del pobre, diminuto
horror de infierno en vida,
espejo de la usura.