Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón

y me emperré a llorar a lágrima viva, por mi Dios. Era como si hubieran matado a mi mamá y a mi papá y a toda la familia junta, qué rabia, qué impotencia, hermano

Y sobre todo el miedo. Un miedo extraño a los colores, al olor,

2:05 p.m. El corazón de Gaitán deja de latir.

—Yo creo que ese día perdí la inocencia para siempre.

—¿Cómo así? ¿Qué día…? ¿Por qué perdió la inocencia…? ¡Santocristo!

—El día en que me di cuenta que lo del ratón Pérez era un puro cuento

Cómo me voy a hacer si ahora mismo estoy tratando de entender. Porque sabemos y no entendemos nunca el por qué de las cosas.

Quién decretó que esa es la hora universal de levantarse, dónde carajo lo escribieron, o es que te lo dijo un pajarito,

vivido más que escrito

Son figuras ya viejas, imágenes borrosas, desteñidas, a lo mejor también lo estás pensando. ¿Podré olvidarme un día de que nací de un vientre, de un orgasmo, de un acto como todos los actos de otros días, de un espermatozoide unido con un óvulo, de algo que hizo que hoy yo esté presente, aquí, muy quieta, sintiendo cómo tu piel respira, cómo todo por dentro se revela