Este modelo facilitaba un régimen concebido para reintegrar a las mujeres criminalizadas en la vida doméstica y en sus modelos de esposa y madre. Sin embargo, no reconocieron los cimientos de clase y raza sobre los que dicho régimen se sostiene. La formación, en su superficie, estaba orientada a producir buenas mujeres y madres, orientando de hecho a las mujeres pobres (especialmente, mujeres negras) a trabajos de servicio doméstico en el «mundo libre». En vez de esposas y madres hogareñas cualificadas, muchas presas, al ser puestas en libertad, se convertirían en criadas, cocineras y limpiadoras para mujeres ricas.