El nombre Averroes es aquel de un escándalo. He aquí el hombre tras la tesis descabellada acerca del intelecto separado de los individuos y único para toda la especie.
¿Consecuencia? La negación de la proposición “yo pienso”: la ruina de la racionalidad. Esto, durante quinientos años, fastidió a Europa.
¿Cómo comprender esta historia que reúne fascinación y rechazo? ¿De dónde viene que el averroísmo, refutado en bloque, no cese de reaparecer?
Con Freud, Jean-Baptiste Brenet propone una respuesta: Abu l-Walid Muhammad ibn Ahmad Ibn Rušd, alias Averroes, es el arquetipo de una «inquietante extrañeza» que viene a asediar y descentrar la hegemonía del pensamiento que ancla la configuración de la racionalidad latina; compulsión ominosa, también, del pensar actual.