Ya llevas muchos meses en este mundo, sé que no te revelo nada nuevo... Últimamente me he obsesionado con eso: por qué, por alguna jodida razón, podemos recuperar la memoria de nuestra vida anterior, por qué existe, cómo decirlo, la necesidad de ese... conflicto, sí: conflicto. Porque nuestra vida anterior fue en un lugar donde existían cosas que aquí no existen. Hay gente que se acuerda perfectamente de monstruos, de extraterrestres, de gigantes, de hadas, de dinosaurios, de unicornios...» «Yo recuerdo coches voladores y máquinas con forma humana.» «Por ejemplo: seguro que esos coches volaban a una altura muy superior a la de los reales y que esos androides son mucho más perfectos que nuestros pobres robots... Tenemos recuerdos de un mundo basado en este, pero de algún modo, mejor.» «O peor: provocó nuestra... muerte...» «Quizá, nunca lo sabremos: ese es el misterio del mundo. ¿De dónde venimos? ¿Es lo que recordamos la vida y esto es la muerte? ¿Son dos vidas? ¿Mundos paralelos, universos alternativos?» «Todo eso me lo he planteado, pero sigo confundido...» «¿Tienes cicatriz?» «No.» Suena el teléfono. «Hola, Nadia, ¿cómo estás? Sí, sí, claro que puedes venir.» Gaff se ha puesto la chaqueta: «Tenemos que decidir algo». «Sí, lo sé, quiero presentarte al resto de la comunidad, entre todos tomaremos la decisión de si hacemos público o no que posiblemente has sido víctima del Brain Project.» «Antes de irme, háblame de la cicatriz.» «La cicatriz es nuestro segundo ombligo. No tenemos memoria de ella. De algún modo es la huella de lo que causó nuestro tránsito. Y tú no tienes.» Está atardeciendo. «Sin cicatriz es más difícil la memoria.» «La memoria de la muerte.» «Sólo la memoria de la muerte lleva a la afirmación de la vida, digámoslo así: integramos en nosotros lo extranjero.» Gaff mira el callejón desierto, la gente que circula más allá de la bocacalle, el charco que aunque haya empequeñecido nunca acaba de desaparecer. «Han pasado ocho meses.» «Lo sé.» Roy se acerca y se recuerda espiando una paliza y arrastrando a un nuevo cubierto de sangre. «Parece mentira, ya sé que suena cursi, pero parece un sueño, una ficción.» «Ese es otro problema.» «Sí, no me digas, ¿cuál?» «Aquí no existe la ficción.»