Varios meses después, el 21 de febrero de 2018, David Hogg, de diecisiete años de edad, empezó a decir: «Es...», y luego se detuvo para encontrar la palabra apropiada, antes de terminar eligiendo «increíble». Hogg era uno de los supervivientes del tiroteo masivo producido siete días antes en el instituto de secundaria Marjory Stoneman Douglas de Florida, que había costado la vida a diecisiete personas entre estudiantes y empleados. Hablaba para la cadena CNN International, respondiendo al ataque de un grupo de troles que afirmaban que el tiroteo era una patraña y que él mismo no era más que un actor. Tras expresar su preocupación por la violencia con armas de fuego, los troles estadounidenses solo habían tardado unos pocos días en sentarlo en el banquillo de los acusados. David Hogg se vio obligado a demostrar que no estaba actuando en nombre del grupo de presión contrario a las armas de fuego, y que su padre, antiguo agente del FBI, no le había instruido para hablar contra Donald Trump. Y finalmente, acorralado por el aluvión de mentiras, incluso se vio forzado a demostrar que realmente era alumno del instituto, lo que hasta entonces había creído que era un hecho incuestionable, como la redondez de la Tierra.