La flor cadáver

Estaba furiosa consigo misma... y furiosa con él.
—Ya sé que yo misma te pedí que te tomaras el día libre —dijo Karen Aargaard—, pero El Pala quiere verte.

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—Él parecía fuera de sí —dijo Heloise—. Era una locura lo que decía.
Heloise agarró la botella con firmeza entre las rodillas y, tirando larga e insistentemente, consiguió sacar el corcho. Fue a la cocina, cogió por el pie dos copas de vino y regresó al balcón.

a, cogió la mochila y salió de casa. Bajó a la calle mayor y fue al mercado; se paseó entre

empezada y un bote de mermelada de higos. Comió de pie

En general, no entraba ni salía mucha gente de esa calleja.

Anna fantaseaba a menudo con matarlo.

Se levantó rápidamente y se dirigió a una de las dos ventanas del dormitorio.