Según dice el proverbio chino, «un pájaro no canta porque tiene una respuesta; canta porque tiene una canción», y en este caso estaba sucediendo lo que tanto habían temido todos por años, lustros, siglos: un pájaro había osado sobrevolar la muralla. ¿Y qué tipo de pájaro era ese? Ni más ni menos que el pájaro Ipolqé. Su profecía era el más profundo de los secretos. Lo único que se sabía en el palacio era que, desde el comienzo de la dinastía, todos los pájaros estaban prohibidos. Pero ¿y polqué? Lo sabremos leyendo esta bella historia de María Laura Dedé.