Se casan en la Francia ocupada por los nazis. Él es un marino alemán, convencido de su deber, pero no de la guerra que pelea. Ella es una joven argentina. Pese a todo, pese a todos, pese a ellos mismos, se casan. Luego, él parte en una misión: el mar lo arrastra del lado de ella, a la que solo le queda esperarlo, como quien aguarda que una botella con un mensaje llegue a la costa.
La guerra también es la historia de las separaciones: familias que nunca más vuelven a verse, amantes que se esperan, hijos que van al frente sin saber muy bien por qué arriesgan sus vidas. La guerra nunca es una experiencia personal, sino tristemente colectiva.
En la novela, además de la pareja de recién casados conformada por Dieter y Constanza, los personajes pueblan la trama para convertirla en una historia coral, un mosaico de ese tiempo. Fiamma, atrevida y arrojada, vuela aviones mientras desoye las críticas por una relación con un hombre treinta años mayor. Ignacio decide adoptar un hijo de su exmujer aunque sabe que no es suyo, para que el pequeño no quede a mano de los nazis. Otto, argentino y descendiente de alemanes, ayuda a la resistencia francesa. Todos, sin embargo, son botellas arrojadas al mar, sin poder conseguir que alguien lea su mensaje, a la deriva, náufragos en un mundo salvaje y extraño.
Con esta historia, Luis Carranza Torres cierra el derrotero de la familia López de Madariaga, desde sus días en la embajada argentina durante el ascenso del Tercer Reich hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, con una impecable reconstrucción histórica que no pierde detalle de los horrores ni de las pocas alegrías.