Los escáneres cerebrales han revelado que, cuando los participantes de esos estudios escuchaban relatos de gente sometida a algún tipo de dolor físico, los centros encargados de experimentar el dolor de su propio cerebro se encendían. Sin embargo, no ocurría lo mismo cuando se trataba de un dolor psicológico. En este caso, los centros neurálgicos relacionados con la preocupación empática y la compasión tardaban mucho más en activarse. Se necesita más tiempo para entender las dimensiones psicológicas o morales de una situación. Además, cuantas más distracciones nos afecten, menos capacidad tendremos para cultivar las sutiles formas de la empatía y la compasión.