POBRE Desde la miseria mía mirando infelice estoy ajenas felicidades.
El rey, supremo señor, goza de la majestad sin acordarse que yo necesito dél; la dama, atenta a su presumpción, no sabe si hay en el mundo necesidad y dolor; la religiosa, que siempre se ha ocupado en oración, si bien a Dios sirve, sirve con comodidad a Dios.
El labrador, si cansado viene del campo, ya halló honesta mesa su hambre, si opulenta mesa no; al rico le sobra todo; y solo, en el mundo, yo hoy de todos necesito, y así llego a todos hoy, porque ellos viven sin mí pero yo sin ellos no.