En definitiva, leer críticamente implica comprender la ideología o el sesgo de un escrito. Eso es cada día más relevante, porque vivimos en comunidades democráticas que usan los textos para ordenar la vida, la comunidad y el poder. Antes las diferencias se solucionaban con violencia: a puñetazos, con espadas o pistolas; los más fuertes dominaban a los débiles. Hoy aspiramos a eliminar las armas y la violencia, pero continuamos teniendo diferencias que hay que negociar; y la herramienta para hacerlo es el discurso. Hoy un escrito (una ley, una carta, un informe, un correo, un prospecto) puede modificar aspectos esenciales de la vida de las personas y por eso conviene saber leerlo con criticidad.