Me ha gustado que en páginas breves se aborda un tema muy complejo como es vivir y crecer en un ambiente profundamente violento como lo fue la dictadura militar en Chile. Pienso que la autora es certera cuando para hablar de las cosas horribles que sucedieron recurre a los sueños porque a veces esos traumas colectivos no pueden tener sentido si no son pesadillas. Es algo brutal en ese sentido: son pocas páginas pero se sienten como un golpe.
Me ha dejado cierta sensación de desasosiego pero concuerdo con que es necesario recordar para articular el horror que a veces se vive.
No es de mis favoritos de Nona Fernández pero creo que uno accesible para iniciar en su prosa. Hay imágenes muy fuertes que se quedan aún después de cerrar el libro.