Aunque durante la mitad del libro presenciamos una historia muy cotidiana, sutilmente Schweblin inserta elementos que catalizan la trama: y a medio camino, es una sucesión inesperada de acontecimientos que te desorientan, que te inquietan, y poco a poco te revela el horror de la trama principal. Porque Samanta no necesita recrear un mundo lleno de monstruos y maldad para aterrarnos. Es un retrato inquietante y fascinante de la vejez: un tema poco abordado pero magistralmente tratado.
Había escuchado varias recomendaciones de esta autora, así que quise probar si me gustaba leyendo este libro. Al principio había muchas cosas de la actitud de la protagonista que me molestaban, pero después cuando entendí qué estaba pasando, quedé sorprendida. Es un muy buen relato, creo que vale la pena leerlo.
Lo que me gustó: La autora tiene una gran maestría para generar sensaciones en el lector y llevarlo por distintos caminos. Me pareció muy bien escrito.
Lo que no me gustó: En un inicio no me pareció una historia muy interesante porque me resultaba demasiado repetitiva para un libro tan corto, pero vale la pena porque todo va tomando sentido después.
Qué historia tan triste.
Impresionante relato sobre la memoria en la vejez y sus complicaciones como son el olvido, la repetición, la necesidad de escribir listas y letreros para recordar lo cotidiano y como el cuerpo deteriorado ya no responde igual.