Yo vivia entonces con mi madre, en una pequeña ciudad del litoral. Habia cumplido diecisiete años, y mi madre no tenia ni treinta y cinco, se habia casado muy joven. Cuando mi padre fallecio, yo solo tenia seis años, pero lo recordaba bien. Mi madre era una mujer rubia, de mediana estatura, con un rostro precioso, pero eternamente afligido, con una voz serena, cansada y unas maneras timidas.