La soberbia, la lujuria, la pereza fueron rehabilitadas, y también la avaricia que, declaró, sólo era la madre de la economía, con la diferencia de que la madre era robusta y la hija débil. La ira tenía la mejor defensa en la existencia de Homero; sin el furor de Aquiles, no habría Illiada: “Musa, canta la cólera de Aquiles, hijo de Peleo