Leer contra la nada

Se puede escribir poesía, literatura, después de Auschwitz?»)

Nuestra vida solo es digna de este nombre si fluye, si está en movimiento. Sea por cobardía o por pereza, sin embargo, o incluso por inercia —aunque casi siempre es el miedo lo que mayormente nos paraliza—, todos tendemos a quedarnos quietos y, todavía más, a encastillarnos. Encastillarse no es solo quedarse quieto; es dificultar cualquier movimiento futuro. (...) Y es así como el río de nuestra vida va encontrando obstáculos en su curso, hasta que un día, sin previo aviso, deja de fluir. Vivimos, sí, pero muy a menudo estamos muertos. Nos hemos sobrevivido a nosotros mismos: hay biología pero no biografía.

PABLO D’ORS, Biografía del silencio

Una sociedad que admite el fluir como el sinónimo de la vida. Todo lo que se fija muere. Todo lo que cambia tiene una oportunidad permanente de vivir. De revivir.

«Cuando creíamos tener todas las respuestas, nos han cambiado todas las preguntas»

efecto Frankenstein»: el ingenio inventado cobra vida, pero, al no encontrar en su entorno la respuesta social esperada, vuelve a reposar, en espera de tiempos mejores o simplemente resignado al olvido definitivo

El dibujo tiene una magia añadida: conserva la memoria no de las palabras sino del rumor anterior a las palabras y lleva en sí la huella de nuestro cuerpo. Pero uno y otro, escribir/dibujar, coinciden en la distancia y en la obsesión, buscan ambos fijar el rastro de las cosas, llámese nombre o huella. (... )

Cómo se puede conversar con la letra muerta?

Todo lector es Sîn-le¯qi-unninni, como todo lector es Sherezade, permanentemente expuesto a su misma amenaza: las palabras, las historias o la muerte... Porque es la muerte —la misma ante la que precisamente se rebela Gilgamesh en el Poema, dando origen a su epopeya— la gran derrotada a manos de la escritura. La que siempre será vencida por la lectura. Pues no hay mayor victoria sobre la muerte que la de la vuelta a la vida.

Aquel que todo lo ha visto, que ha experimentado todas las emociones, del júbilo a la desesperación, ha recibido la merced de ver dentro del gran misterio, de los lugares secretos, de los días primeros (...). Ha viajado a los confines del mundo, y ha regresado exhausto, pero entero.

Lo que Cadmo ha depositado en manos de Harmonía hará que la huella del paso de los hombres por el mundo traspase el umbral de su memoria. Que cuanto quieran expresar quede preservado: la conquista del don, hasta entonces, solo en posesión de los dioses: la inmortalidad.

Porque el regalo que Cadmo ha hecho a Harmonía son las letras del primer alfabeto.