Y entonces llegan estos amigos editores de Pensódromo [21] y aquí estoy sin saber muy bien hacia dónde aplaudiendo entusiasmada. Compartir es lindo, hice amigos y colegas, un montón de charlas interesantes, mogollón de risas, gozando del privilegio de vivir el sueño de que me lean. ¡Y ahora además en libro! Paso mis ratos lee que te lee, busca que te busca, observa que te observa, sin descuidar la práctica empírica del asunto, claro. Apasionante. Mi interés sobre el mundo del erotismo sigue creciendo. Inauguré Erotómana hace ya unos años. Con decisión y sin pereza, escribí un libro que se fue directamente a un cajón. Luego otro, que acompañó al primero. Y todavía un tercero. Los tres encerrados con 7 candados. Empezaba el cuarto cuando alguien me habló del fenómeno blog. ¡Fantástico! Internet y su garantía de anonimato se me antojaba el zapato que mis pies desnudos necesitaban. Así que tomé las tijeras, descuarticé aquellas historias y las puse en circulación desde «Erotómana». Resultó un despiporre porque descubrí que mi pasión, hasta entonces íntima y privada, tenía muchos adeptos. Toda mi voluntad centrada en loar al amor cachondo, el hogareño y conyugal, y el casquivano, que dura tanto como dura dura. Me puse a cantar, a fotografiar con palabras la gentil virilidad que se inflama allí donde es recibida con calor, al pie femenino de curvas sinuosas cuando se desprende por fin del insidioso tacón, a la maravilla de la melena cuando cae libre en cascada, a la murciélaga de la fruta que, para prolongar la cópula, practica con desparpajo la felación a su chico. Me sentí arrebatada: todo era sexo. ¡El mundo rebosante de sexo rico!
«Los textos de Susana Moo son frescos; frescos porque no tienen tapujos para abordar los íntimos lenguajes del cuerpo y el erotismo y frescos porque ella enhebra las palabras con un aire de campo abierto, de playa soleada, de tarde de primavera a punto de lluvia». Gioconda Belli