en Homero la Asamblea de los dioses ofrece un cuadro familiar plenamente iluminado, de notable plasticidad, donde las figuras divinas se mueven con enorme soltura: Zeus soberano toma las decisiones supremas y dirime los pleitos de familia. Hera rezonga y se somete a los inapelables designios de su augusto esposo. Atenea sabe actuar de abogada de sus protegidos, y aprovechar las ausencias de Poseidón para obtener una sentencia favorable a Ulises. Zeus se abstiene de proteger a su hijo Sarpedón por no quebrantar las normas de la equidad. Hefesto, copero y marido engañado, sabe suscitar la risa de los dioses. Afrodita va y viene ajetreada en sus amores y favores, y Hermes actúa rápidamente una y otra vez.