Por desgracia, los poetas y los lectores de hoy en día están obnubilados por los poetas de Occidente. Ya no se suben a un pequeño bote que les lleve río arriba hacia un paraíso en la tierra. Yo no soy poeta, y no pretendo divulgar la poesía de Wang Wei o Tao Yuanming. Solo defiendo que sus obras me ayudan a sentirme bien. Son mucho más inspiradoras que un espectáculo o una danza e infinitamente más gratificantes que un Fausto o un Hamlet. Es por eso que camino lentamente por este sendero montañoso, en primavera, solo, con una caja de pinturas y un caballete a mis espaldas. Quiero empaparme de la naturaleza en que se gestaron los poemas de Wang Wei y Tao Yuanming. Y quiero, aunque sea por poco tiempo, enajenarme de cualquier tipo de sentimiento humano y poder vagar errante por un universo de total insensibilidad. A eso aspiro